Tolerancia a la ambigüedad
Desde la infancia, se nos enseña a seguir reglas y a esperar instrucciones claras en nuestras acciones.
Los niños aprenden a navegar en el mundo a través de la estructura que los adultos proporcionan: normas, rutinas y directrices bien definidas. Esta práctica establece las bases de una comprensión de la realidad en la que se espera que las situaciones tengan soluciones claras y predecibles. Sin embargo, a medida que los adultos nos adentramos en el mundo laboral, esta misma expectativa puede convertirse en un desafío, ya que enfrentamos entornos cada vez más complejos y ambiguos.
La baja tolerancia a la ambigüedad, una característica común en muchas personas, refleja esa necesidad de claridad y certeza. En el ámbito profesional, los trabajadores buscan instrucciones precisas y resultados tangibles, y se sienten incómodos cuando no encuentran respuestas inmediatas. Este fenómeno puede ser un obstáculo para la toma de decisiones en contextos inciertos, donde la capacidad de improvisar y gestionar la ambigüedad se convierte en una habilidad esencial.
El aprendizaje continuo y el desarrollo profesional están directamente relacionados con la capacidad de adaptarse a situaciones ambiguas. Los empleados deben aprender a desarrollar una mentalidad más flexible, aceptando que en muchas ocasiones las respuestas no serán inmediatas ni claras. Fomentar la tolerancia a la ambigüedad implica formar al trabajador, fortaleciendo sus habilidades de resolución de problemas, pensamiento crítico y resiliencia, factores clave para navegar con éxito en un mundo profesional cada vez más dinámico y cambiante.
