La nueva #leydeparidad
Este martes 7 de marzo, el Gobierno dará el visto bueno a la Ley de Representación paritaria de mujeres y hombres. Esta nueva Ley de paridad está pensada para garantizar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, especialmente en puestos relevantes, tanto del sector público como del privado.
La nueva ley obligará que, más allá de las instituciones públicas, sean las grandes empresas cotizadas en bolsa las que deberán sujetarse a esta ley de paridad. Concretamente, un 40% de los puestos directivos tendrán que ser ocupados por mujeres.
Pero la pregunta es ¿realmente funcionan las cuotas de género o son un instrumento de discriminatorio de la mujer, que va en contra de su propia valía?
Más allá de debates, la respuesta se encuentra en la experiencia de otros países europeos. Noruega lleva una década con una normativa que obliga a la paridad, país al que luego siguieron otros como Francia, Italia, Bélgica, Holanda y en el 2016, Alemania. Junto a ellos, otros como España, optó hace años por “sólo” recomendar a las empresas esa paridad.
Hoy los datos son claros. España aún está lejos de las cifras de sus vecinos europeos, aunque ha pasado en poco más de 10 años del 7% al 22%, pero alejado del 38% de Francia o el 34% de Italia.
Al margen de cifras, el debate se mantiene entre los que creen que la obligatoriedad no es necesaria y que lo necesario es aplicar criterios para que los mejores profesionales ocupen las posiciones que se merecen con independencia del género.
Y es que, actualmente, ocho de cada diez empresas españolas aún siguen sin creer en la imposición de cuotas obligatorias como medida para lograr la igualdad de género entre directivos. ¿Será gran parte de la sociedad Europea la equivocada o quizás un empresariado conservador que conforman gran parte por empresas del Ibex 35?